Creemos que el Señor Jesucristo, el Hijo eterno de Dios, se hizo hombre sin dejar de ser Dios. Creemos que realizó la obra de redención por medio de su muerte en la cruz y que nuestra justificación ocurre por su resurrección, literal y física, de entre los muertos. Creemos que el Señor Jesucristo ascendió al Cielo y ahora está sentado a la derecha de Dios.
Creemos que el Espíritu Santo es la persona que convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Creemos que es Él, el maestro divino que ayuda a los creyentes a comprender y apropiarse de las Escrituras y que es el privilegio y deber de todos los salvados a ser llenos del Espíritu Santo.
Creemos que el Antiguo y Nuevo Testamento son la Palabra de Dios verbal y plena. Las Escrituras son inerrantes, infalibles e inspiradas por Dios y son por lo tanto, la autoridad final para la fe, la doctrina, la vida y la conducta.
Creemos que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, pero que por la transgresión y caída de Adán, el pecado entró en el mundo. Por consiguiente, la raza humana heredó una naturaleza pecaminosa y está separado de Dios. El hombre es totalmente depravado en sí mismo y totalmente incapaz de remediar su condición de pecado.